La magia del nuevo comienzo en el modelo de alternancia para los colegios, confirma la necesidad de interactuar como seres sociales, generar valores como comunidad, rescatar las rutinas de cuidado personal y aprender a comunicar sentimientos a través de nuestros ojos.
Desde marzo del año pasado hasta enero de este año, los colegios logramos implementar estrategias que permitieron la continuidad del aprendizaje. El apoyo de los padres de familia desde casa fue crucial para este logro. Sin embargo, también tuvimos que enfrentar escenarios en donde nuestros estudiantes se quedaban desescolarizados, poniendo en riesgo el desarrollo físico, emocional y de aprendizaje.
Creíamos que el aislamiento iba a durar poco, pero la incertidumbre no permitiría que se tomaran decisiones necesarias a tiempo. Por eso, el buen-ser, el bienestar físico y el bienestar emocional de toda la comunidad fueron los ejes esenciales motivadores para trabajar por regresar a los colegios hoy en alternancia.
La educación integral forma a los ciudadanos agentes de cambio que el mundo necesita. En tiempos de crisis es cuando más se ponen a prueba los verdaderos valores de la educación integral. La colaboración, la honestidad y el respeto deben seguir siendo el marco de trabajo de las interacciones entre todos los actores de una comunidad académica.
Por otra parte, si los adultos somos seres ejemplares para los niños y jóvenes, siendo parte de la solución y no del problema, los cambios tomarán menos tiempo. Los padres y educadores tenemos el fin común de formar ciudadanos íntegros para la transformación del mundo. Hoy, la familia y el colegio son un equipo fortalecido en complicidad para lograr metas conjuntas.
Regresando a los salones de clase, seguimos potenciando el gran privilegio de ser seres sociales. Los colegios somos grandes catalizadores de la buena comunicación, los lazos de amistad y la construcción de equipos que aprenden para solucionar problemas juntos.
El aislamiento nos dejó a muchos recorriendo mínimos metros al día para desplazarnos de un lugar a otro en nuestra casa. Desde el primer día sabíamos que el bienestar físico sería un gran reto para todos. Después de 10 meses, nos acomodamos a la realidad y logramos una nueva zona de confort. Lo que a muchos nos molestó al principio de la pandemia, se convirtió en nuevas maneras de hacer las cosas y de convivir.
Aunque para muchos cuesta regresar a los colegios, sin duda la alternancia permite recuperar rutinas completas de aseo personal, reestablecer los horarios de alimentación, asegurar la óptima y balanceada nutrición para todos los estudiantes y generar conciencia sobre la importancia del autocuidado en beneficio del cuidado de todos.
Ser buenos seres humanos, valorar y cuidar nuestro cuerpo y sentirnos felices por lo que sabemos, somos y hacemos, son motivos suficientes para aprender a sonreír con los ojos. Hoy los colegios siguen avanzando para recibir a los que han sido ejemplo de rigor, paciencia, disciplina, dedicación, respeto, perseverancia y determinación. Nuestros estudiantes merecen regresar a espacios seguros, libres de riesgos físicos y emocionales, y seguir aprendiendo para cumplir su misión como agentes de cambio.
Las nuevas maneras de interactuar, conocerse con sus amigos, reconocer a sus docentes y responder positivamente a las nuevas normas, nos hace una nueva comunidad y nos fortalece a cada uno desde la esencia propia.